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¿Qué pasa “cuando el amor se rompe” y qué hago para superarlo?


La ruptura afectiva de una relación es uno de esos momentos personales muy dolorosos para las personas. El pasado viernes 20 de mayo, los psicólogos Nadia Peláez Rodelgo, Isidro Pérez Hidalgo y Sergio Alonso Ramírez, coincidieron en la mesa de debate “La ruptura afectiva y el duelo”, en el Ateneo de Madrid.

 

De manera brillante, los psicólogos expusieron sus diferentes enfoques, Peláez y Pérez Hidalgo son experimentados hipnoterapeutas, miembros de la Sociedad Hipnológica Científica; y Alonso, es un experto psicoanalista. Comentaron lo importante que es respetar las etapas de las fases del duelo (negación, ira, negociación, depresión, aceptación), y tomarse el tiempo necesario para pasar por dichas etapas. Los tres expertos afirmaron que una ruptura de pareja es una situación natural en la vida de una persona, y por tanto, ese proceso debe ser superado de forma natural, pasando estas etapas con el apoyo del entorno social, amigos, familia, etc. Si el tiempo requerido es superior a un año, podría ser necesario el acompañamiento de un profesional o realizar una psicoterapia.


La primera fase es la negación: la persona se encuentra en shock, le embarga la sorpresa y el miedo. Se reconoce por frases como “no puede ser”, “esto no puede ser verdad”, “¿por qué a mí?”, “mi pareja está en un mal momento, y se le pasará”. La negación es un mecanismo de defensa que pone distancia entre la psique y la realidad.


La segunda fase es la ira: la persona siente cólera, indignación, resentimiento, y se reconoce cuando la persona dice frases llenas de odio, furia, contra su expareja, como “esto no va a quedar así”, o de culpabilidad contra él mismo, como “podría haberme dado cuenta a tiempo y cambiar”, “le hubiera querido más”.


La tercera fase es la de negociación: la persona se llena de incertidumbre y desconsuelo, diciendo “¿qué voy a hacer con mi vida?”, “sin ti no soy nada”, “haría lo que fuera para que volviera”. Pide una nueva oportunidad con promesas de cambio, como una manera más de defenderse y evadirse de la realidad. La persona abandonada se refleja en el objeto (la persona amada) y esa ausencia del objeto le produce angustia. El no poder descargar en el otro esa proyección a modo de espejo le produce una gran frustración, no le deja fluir, se trasladan las culpas a la persona amada porque no asume su responsabilidad compartida. Por ejemplo, el duelo que puede sentir una persona en el caso de una mudanza, no es solo miedo a abandonar el objeto, si no terror a abandonar el estatus que le ofrece.


La cuarta fase es la depresión; es la consecuencia de las fases anteriores, en las cuales la persona hizo lo imposible para no aceptar la realidad y, al no conseguirlo, siente frustración, tristeza, aversión, nostalgia, se da cuenta de la ausencia definitiva de la otra persona, se identifica en frases como “no quiero saber nada de él/ella”, “esta persona no era para mí”; empieza a tener descontrol, a hacer cosas sin sentido. La persona abandonada sufre un dolor inmenso, incluso físico, tiene la difícil tarea de recuperar el amor propio, la autoestima, se siente perdida, sola, y es probable que se le unan sentimientos antiguos de otras rupturas. Además presenta una autosugestión de sus pensamientos negativos, y las proyecciones negativas del futuro; “¿cómo voy a volver a empezar?”. Los pensamientos negativos son repetitivos, y por eso la hipnosis es muy efectiva para ayudar a la persona a reestructurar sus pensamientos y sentimientos para pasar a la última fase de aceptación y superación del duelo.


Nuestra técnica hipnótica metaFour-a comparte este enfoque de superación de las fases del duelo por la ruptura. Utilizando el Proceso Creativo de 4 Estadios incorporado dentro de una metáfora, se comparten los beneficios de la hipnosis como abreviar el tiempo de superación del conflicto del paciente, el manejo subconsciente de las soluciones, etc.

Lo que aportamos con metaFour-a es la creatividad que permite que el trabajo sea siempre único, original, como lo es también la comunicación con el subconsciente a través de los movimientos ideodinámicos de las manos del paciente, que van marcando el paso de un estadio a otro poniendo en marcha sus propios recursos curativos para superar la ruptura y el duelo.


Tanto la persona abandonada como la que abandona sufren el proceso de la ruptura desde sus respectivos roles. A veces el que abandona complica el proceso por diversos motivos como el miedo a hacer daño, por no exponer claramente las razones de la ruptura e incluso por trasladar la culpa a la persona abandonada. Hay que hablar y razonar el final ya que, en la mayoría de los casos, las responsabilidades suelen ser de ambos.


Lo vital para la persona es poder valorar en qué parte de la ruptura de la relación se encuentra, y descubrir cuándo debería solicitar ayuda profesional, si lleva más de un año atascado. Si no, es conveniente darse el tiempo necesario con la confianza de que las etapas se superan, el dolor pasa, la rabia y la frustración dan paso a una nueva etapa superada, a vivir satisfecho con uno mismo e incluso a volver a enamorarse.


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