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El amor, ese motor que mueve el mundo con química.

En esta metáfora del amor, ese gran motor puede estar dentro de un vehículo que puede tener diferentes formas, todo depende del entorno sociocultural de los conductores del vehículo, de las coincidencias de pensamientos, de los intereses y de la afinidad en las ideas. Por supuesto, también de la atracción física, donde se incluyen todas esas preferencias respecto a formas, tamaños y colores de ese vehículo.

Hay una circunstancia única que agrupa la biología, la química y la psicología, con la afinidad social y cultural dentro de un momento concreto entre dos personas, cuando empiezan a atraerse mutuamente. Existe una lista consciente de deseos, pero hay otra subconsciente, que selecciona de manera impulsiva, y son esas veces que dices “no sé porqué me atrae con locura, si tampoco es exactamente mi tipo”, pero esa chispa es la primera fase del amor, donde toda la biología y la química explosionan. Esta fase es debida a niveles altos de dopamina y norepinefrina, y un nivel bajo de serotonina. La dopamina en grandes cantidades, además de aumentar el nivel de testosterona - la hormona del deseo sexual-, está asociada con una gran capacidad de concentración, euforia y dependencia, que son síntomas de la adicción. La sensación de estar enamorado/a la producen las sustancias que fabrica tu cerebro: el alto nivel de norepinefrina, que produce euforia y pérdida del apetito; y el bajo nivel de serotonina, que tiene que ver con la obsesión de estar con la persona amada.

Volviendo a la metáfora del vehículo, es ese momento en el que puedes conducir por primera vez ese coche soñado, te llenas de una emoción desbordante, solo puedes ver las virtudes, y ya te pueden mostrar alguno de una gama superior, que no te interesa, ¡como el tuyo no hay otro!. En ese momento es cuando has entrado en la siguiente fase del amor, donde nuestra fantasía se empodera de la razón y podemos atribuir características y cualidades extraordinarias al ser amado; es una fase ensoñadora, donde nuestro cuerpo experimenta un alto nivel químico de feniletilamina, dopamina y noradrenalina. Estas moléculas actúan como neurotransmisores que generan dosis altas de placer; los enamorados experimentan el mismo mecanismo químico y biológico que los adictos a las drogas. De hecho, existen correspondencias en la actividad de las mismas zonas del cerebro que forman parte del sistema básico de recompensa, que se asocia con la motivación para conseguir unos objetivos. Por suerte para nuestra supervivencia, solo dura un promedio de seis u ocho meses, porque todo ese cóctel químico podría volvernos locos.

La fase siguiente es la del apego, cuando ya has profundizado en la relación, y se han generado estrechos vínculos emocionales y sexuales; esta fase es determinante en las parejas que serán duraderas, ya que la intensidad de los sentimientos generados por todas esas emociones se irán fijando o arraigando. En el caso contrario, con mayor o menor rapidez, esos sentimientos empezarán a desaparecer en las parejas que terminarán por romperse. No hay reglas fijas, ni recetas mágicas; somos seres únicos y diferentes, compartimos una humanidad, una sociedad, una biología, pero a la vez también factores multiculturales, sociales y económicos, que nos pueden unir o separar.

Así, en algunos casos, un día tu coche se puede convertir en uno más, empezar a tener fallos mecánicos, se puede romper de tanto usarlo, o nuevos modelos empiezan a seducirte. En otros casos, con el tiempo y los cuidados apropiados, tu coche se convierte en un clásico que es la envidia de todos. El ser humano necesita de este impulso vital que es el amor, y lo buscará siempre; esa carga bioquímica que te hace sentir feliz y que mantiene a la especie.


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